“lo que tu me digas Doni, yo confío en ti ” : Así acabó una larga
conversación en el camerino en la que yo intentaba convencer a Pedro de
que no era una locura salir al escenario en mitad de mi actuación,
delante de mil quinientas personas que no le conocían de nada, en el
auditorio de Zaragoza, para cantar una de sus canciones, “Todo debería
ser” , Probablemente una de las canciones de amor más bonitas y sinceras
de la historia … no, no estoy exagerando, escúchala y luego me cuentas .
“Doni” es el diminutivo de “Davidonni” , así es como me llama Pedro,
“Pietroni”, “Pietro”, desde hace diez años que nos conocemos y hacíamos
el tontaco hablándonos en falso italiano entre pase y pase, cuando
tocábamos en los bares de Barcelona.
Un “pase” eran, y siguen siendo, los 45 minutos que estábamos sobre el
escenario siete noches por semana, dos o tres bares por noche, una noche
por día, que a veces solo era noche.
Así surgió la amistad, en esos cinco minutos entre pase y pase, que era
el único tiempo que teníamos Pedro y yo. El único tiempo que
necesitábamos el uno del otro para charlar, para admirarnos mutuamente
lejos de la competición y la envidia. El gustaba y yo también, los dos
llenábamos el bar y había sitio para todos, incluso para nuestros egos
de artistas de la noche, de cantantautores bohemios, de reyes del bar.
Esos cinco minutos se fueron convirtiendo en diez, veinte … hasta que
dejaron de ser minutos y pasaron a ser ratos.
Yo me quedaba a verlo, él se quedaba a verme a mi. Era espectacular ver
cómo cada noche la gente le pedía sus canciones, no las de otros
cantantes famosos, las suyas, la gente no quería sus versiones, querían
las que él había compuesto y no se hartaba de repetir. Cada noche vendía
discos en mano, más de veinte mil, seguro. Todo el que le veía tenía que
tener su disco, su música, un disco grabado en casa con los recursos y
el alma de lo que éramos, cantautores de bar.
Pasó el tiempo y no pasamos de vernos, yo dejé el bar antes que él y,
en cuanto pude, lo arrastré conmigo.
Con este resumen de lo nuestro quiero presentaros a Pedro, ahora Pedro
Giménez, porque cuando uno es famoso necesita un apellido, para
distinguirlo de otros, como es el caso de David Bisbal, que seguro que
en la orquesta sólo era David, o como yo mismo, que también fui David
antes de ser Guapo.
Pedro Giménez no es un producto de márketing, es música pura, arte,
mala suerte convertida en experiencia, canciones que Malú quiso comprar
hace tiempo para ella y él no quiso vender, no por orgullo sino por
amor, porque hay canciones que se hacen para cantar uno mismo y solo
cuando uno mismo las canta llegan donde tienen que llegar.
Espero que ésta canción de Pedro Giménez os llegue donde os tiene que
llegar y os anime a conocerlo más, Señoras y señores : Pedro Giménez.